El origen de los primeros canteros de roca surge de la necesidad que tuvieron nuestros antepasados de construir templos que perdurarán en el tiempo para sus divinidades. También de construir lugares en donde pudiesen enterrar a los muertos o de hacer monumentos megalíticos con fines astronómicos.
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Origen de las canteras y las primeras utilizaciones de la piedra
Las primeras construcciones que se realizaron con estas finalidades en la Península Ibérica, datan de los años 5.000 – 3.000 a. C. Construían cabañas circulares, con la parte baja con rocas más o menos regulares y el resto con ramas, troncos, maderas u otros materiales leñosos, para que les sirvieran como abrigo.
Fueron las primeras edificaciones construidas en la que la piedra era protagonista. Por este tiempo también se comienza a utilizar la piedra para la confección de pequeñas esculturas y atrezos.
En el Siglo I, Plinio el Viejo, como colofón a sus tres libros de la Historia Natural, dedica el nº XXXVI a hablar del empleo de placas de mármol de 15-25 mm de grosor como recubrimientos. Explica que este material se cortaba con sierras y arena y se les frotaba con arenas de diferentes granulometrías y hasta con esmeril, para conseguir que brillasen.
Con el paso de los siglos los métodos de extracción y trabajo de la roca natural no han variado demasiado, salvo a que actualmente se utilizan útiles con bordes diamantados y explosivos en vez de fuego.
Se utilizaban útiles similares a los actuales, con la gran diferencia del uso de herramientas metálicas, la introducción de maquinaria o las últimas tecnologías en análisis topográficos.
Trabajo de la piedra en la península Ibérica
Podemos destacar en la época Romana de la península Ibérica (218 a. C – siglo V) la construcción de las vías de comunicación, acueductos, monumentos fúnebres, la edificación de urbes y los suelos de las villas en las que se necesitaron millones de toneladas de piedra que se extraían de las canteras próximas, agotándose muchas de ellas.
Durante el Románico (siglos XI, XII y principios del XII) se construyen los primeros templos y monasterios en los cuales participan canteros europeos con experiencia que conocen las nociones técnicas y los métodos de trabajo más avanzados de la época.
Cuando predominó el estilo artístico Gótico (siglos XII al XV) se levantaron impresionantes catedrales utilizando la piedra en casi toda España, menos en Galicia que se empleaba también en granito. Durante el Gótico se introduce el arco ojival, los pináculos y las elevadas agujas.
En el siglo XVI, con el Renacimiento, los arquitectos y canteros del Norte de la Península (Cantabria, Asturias, Galicia y Vizcaya), se expanden por regiones del resto de España para desarrollar su arte, sobre todo en escultura.
Desde la naturaleza hasta los hogares
Las rocas naturales se obtienen de los diferentes yacimientos que se encuentran en la naturaleza. Cada unos es diferente y el material que se obtenga de el dependerá de las condiciones del terreno y el lugar donde se encuentre. Desde que se extrae el material hasta su instalación en una construcción, existe el siguiente proceso productivo.
Primero hay que saber exactamente qué material es el que nos interesa o deseamos buscar para que sea rentable nuestra inversión. Después hay que centrarse en las zonas geológicamente favorables.
Una vez sepamos donde vamos a explotar la cantera, se deberá conocer las características del yacimiento así como las del material a extraer. Imprescindible para poder planificar la cantera.
Para la futura comercialización del material a extraer, deberemos conocer si hay abundancia o no gabarros (en forma de manchas oscuras), de bandas y venas de distinta tonalidad en los granitos.
De nódulos arcillosos o costras, en las areniscas; o las oquedades y arcillas en las calizas y mármoles.
Una vez la cantera en explotación, se deberán llevar los bloques obtenidos a una fábrica que realice el aserrado de los mismos hasta obtener unos tableros.
Después, utilizando máquinas cada vez más robotizadas, se realizará el corte y dimensionado de piezas, así como la labra o terminación superficial.
Posteriormente está la comercialización de las piezas elaboradas, que deberán realizar profesionales del sector que sepan aconsejar a cada cliente que materiales son los que mejor se adecuan a sus gustos y necesidades.
Y por último está la colocación del material elegido, con las medidas y acabados necesarios en nuestras viviendas.